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New York... Oh, New York~

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1New York... Oh, New York~ Empty New York... Oh, New York~ Sáb Mar 05, 2016 5:38 pm

Isobel Allan

Isobel Allan

--Despertó de nuevo a media noche, mientras el sonido del aire acondicionado se fundía con los suspiros que su pesadilla dejaba atrás, como el vapor de un tren que viaja a toda velocidad. Se incorporó lentamente y finalmente se puso de pie, se calzó los zapatos y en pijama bajó a la cocina en busca de un vaso con agua.

Oh, Oso… ¿Qué haces despierta a esta hora?

–La voz de su hermano menor la hizo detenerse y mirar sobre su hombro, atinando a encogerse de hombros, frotando con suavidad su ojo derecho, a causa del sueño. No había forma de que le contara acerca de sus pesadillas, eso solo preocuparía al chico.--

Nada, solo me dio sed, más bien, ¿Qué haces tu despierto a esta hora? Si Diarmuth te ve despierto haciendo nada a saber lo que te dirá.

--Mencionó con algo de burla en cuanto abrió el refrigerador, sacando la jarra de agua helada, antes de tomar un vaso de la alacena, llenándolo con un movimiento rápido--

Debes ir a clases mañana temprano, Patito, más vale que subas a tu habitación y descanses.

Oso, ya no tengo 10 años

No, pero sigues siendo un pequeño Patito, anda, a la cama

--Le aprehendió con el característico tono maternal que adoptaba con el, el chico, a sus 18 años más alto que ella se cruzó de brazos y enarcó una ceja en gesto retador--

¿Y si no quiero ir?

Fácil…  

--A continuación la chica clavó su mirada en los grandes ojos del menor apenas unos segundos--

De acuerdo, me convenciste, me voy a la cama…

--Sentenció el muchacho al apartar su mirada de la ajena, con gesto algo receloso. Ella simplemente rió. Una vez estuvo sola en la oscura cocina dio largos tragos al vaso en su mano, complementando el silencio con algún suspiro ocasionál.--

Isobel.

--La gravedad de la voz que ahora le llamaba le hizo cerrar su mano entorno al vaso con algo de fuerza--

¿Si?

--Respondió sin siguiera mirar, podía sentir la terrible presencia aproximarse a ella con pasos implacables y rápidos, deteniéndose justo en el marco de la puerta, sus oscuros ojos se posaban en ella como los de un cazador sobre su presa--

Deberías dormir, deja el vaso sobre la barra y sube a tu habitación, mañana tienes un compromiso con O’Neil, cuando vuelvas pasa a mi despacho, debemos hablar del otro asunto.

--Dijo aquella voz que provenía del joven alto de aspecto severo. Diarmuth, quien a sus 28 años se veía extrañamente envejecido  le miraba con aire autoritario, la chica se limitó a apurar el contenido del vaso a su boca, dejándolo en el fregadero para así andar con pasos silenciosos y ligeros fuera de la cocina. En cuanto la joven pasó a su lado, él le sostuvo por el brazo con una garra--

¿Entiendes de lo que hemos de hablar después de tu cita?

--Preguntó el mayor sin siquiera mirarla, ella únicamente asintió--

Quieres participar, pero tu mismo no puedes hacerlo, nos necesitas,  a Duncan y a mi…

--Respondió ella sin la más minima intención de molestar a su hermano. Su agarre se ciño sobre su brazo, haciéndole daño, ella ni siquiera lo miró--

Si por mi fuera lo habría hecho yo mismo hace años y tu y ese crio habrían desaparecido de mi vista. Irás tu… mientras entrenaré al mocoso, si tu fracasas el tomará tu lugar.

--Esas palabras provocaron en ella una reaccioón que el mayor no se esperaba, ya que se liberó de su agarre en un movimiento rápido--

Deja a Duncan fuera de esto… Yo lo haré, lo conseguiré para ti, solo deja al chico en paz

Oh, hasta pareciera que te agrada… Haz las cosas bien y el chico se salva, puede hacer lo que se le antoje, seguir yendo a clases, o estudiar magia, lo que le plazca… si haces las cosas mal no solo el pagará el precio… He oído que últimamente eres más cordial con O’Neil… dime ¿Te gusta? ¿Es bueno contigo? Seguro que si… ese tipo tiene la riqueza de un rey y el corazón de una oveja… quizás por eso le gustas…

Diarmuth…

¿Qué?  

--Ahora la voz estaba cargada de hastío ella se limitó a suspirar y guardar silencio por unos segundos---

He dicho que lo haré bien, deja a Joseph y a Duncan aparte, por favor… tendrás tu santo grial y todo será tal y como quieres que sea.

--Finalizó ella antes de subir a su habitación, sintiendo la penetrante mirada de su hermano seguirla hasta que se hubo cubierto con las mantas.
Ella no quería a Duncan involucrado en esa estúpida guerra, ella misma no quería verse involucrada en ella, pero ¿Qué más podía hacer? Diarmuth no era capaz de hacer más que leer la mente en ocasiones, en cuanto a magia se tratase, puesto a que en los negocios era un verdadero huracán. Tampoco quería inmiscuido a Joseph O’Neil. Su prometido, esa alma cándida y jovial en el cuerpo de un adulto que solía sacarle las sonrisas más sinceras a la pobre chica. “Nos casaremos cuando tu lo digas” Había dicho el hombre mientras besaba su mano con delicadeza y le dedicaba una de sus sonrisas más radiantes. “No me importa esperar un mes o diez, veinte o más años por ti, cariño… todo será como tu desees que sea” Dijo en otra ocasión en la que él había intentado besarla, y ella, ante repentina acción había dado un pequeño paso atrás… no es como si ella no supiera sobre el sexo o las demás parafernalias que adornaban y complementaran el acto, simplemente, a sus 19 años ella apenas lo conocía y ahora, casi tres años después el hombre a base de su inagotable paciencia, detalles y dedicación constante se había ganado parte de su corazón. Era un hombre bastante apuesto, y dejando a un lado la diferencia de edades a ella realmente le gustaba verlo, en especial cuando leía. Quizás ella pudo decirle una fecha al azar dentro de ese mismo año para la boda, y sin importar que tan próxima o lejana estuviese se habría efectuado; pero la carta que llegó de la torre del reloj hacía apenas unos días había echado por tierra todo lo que ella alguna vez hubiese podido anhelar.

¿Si desaparezco… seguirás esperando por mi?

–Preguntó a la nada mientras por vez primera experimentaba esa terrible ansiedad acompañada de la incertidumbre—

Solo debo ganar… solo necesito traer el grial a casa y… Podría hacer que Duncan viviera una vida maravillosa… Podría casarme contigo y vivir a tu lado… quizás… ser feliz~

--En su vocabulario “Feliz” no aplicaba en el sentido literal de la palabra. “Feliz” era una sonrisa que ella esbozaba cuando no sabía que decir, o que hacer, simplemente sonreía para llenar el vacio que el constante silencio llenaba en si misma.

Te veré en unas horas… te haré reir… dejaré que me abraces y te daré un beso… al final del día me traerás a casa y… haré todo lo posible porque no sea la ultima vez que me veas con vida~

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